Muchas veces, por la idea de que “todavía es pequeño”, los adultos resuelven dificultades en lugar de permitir que el niño las atraviese. Sin embargo, cada obstáculo es una oportunidad de aprendizaje, tanto si logra superarlo como si necesita ayuda.
Confiar en el niño implica darle tiempo para intentarlo y transmitirle que, si lo necesita, puede pedir ayuda. Este gesto construye confianza en sus propias capacidades y desarrolla la habilidad social de pedir colaboración en el momento oportuno.
