María Montessori identificó que entre los 0 y 6 años la mente del niño tiene una cualidad única: absorber del entorno de manera natural y sin esfuerzo. Esta mente absorbente explica cómo los niños incorporan lenguaje, hábitos, valores y conocimientos simplemente viviendo en un ambiente rico y preparado.
El aprendizaje en esta etapa ocurre a través de la experiencia sensorial y la imitación. Todo lo que rodea al niño —orden, belleza, claridad, lenguaje— queda impreso en su desarrollo.
En paralelo, aparecen los llamados períodos sensibles, momentos de especial predisposición hacia ciertos aprendizajes, como el lenguaje, el orden o el movimiento. Acompañar estas etapas con observación atenta y propuestas adecuadas potencia la construcción de la personalidad y la confianza.
